Adultos: al llegar a la adultez, tenemos que responsabilizarnos de muchas cosas de las cuales no nos advierten y para las cuales no hay un manual de instrucciones. El adulto se enfrenta a duelos, conflictos internos y externos (con padres, hijos, amistades, pareja, etc). Las decisiones a tomar son múltiples: lo que debería y lo que me gustaría se confunden, se entremezclan, y uno no sabe qué camino seguir. En estas y otras muchas circunstancias, ir a terapia puede ser una muy buena opción.

Si experimentas dificultad para respirar y/o tu mente está constantemente inundada de preocupaciones sobre el futuro, el pasado o el presente, y no comprendes por qué te sientes así, a pesar de que antes todo estaba bien, es posible que necesites explorar emociones dolorosas o enfrentar miedos difíciles de integrar. Con la ayuda de la terapia, puedes aprender a gestionar todo esto y recuperar el equilibrio emocional.

En ocasiones, la vida parece perder su significado y nos sentimos desconectados de ella, sin encontrar una salida. El peso abrumador de las dificultades puede tornarse angustiante, haciendo que enfrentarnos a todo parezca una tarea imposible y nos sintamos sin fuerzas. A través de la terapia, podemos aprender a comprender nuestras emociones y desarrollar compasión por lo que estamos experimentando. Además, podemos empezar a construir cimientos sólidos que, poco a poco, nos ayuden a reconectar con la vida y experimentar satisfacción con nosotros mismos.

En mi experiencia como psicóloga, he tenido la oportunidad de colaborar con numerosos españoles que, debido a motivos laborales, se encuentran fuera de su país. Este cambio de entorno implica despedirse de muchas cosas a la vez que nos sumergimos en una nueva cultura, probablemente con un idioma diferente y con pocos amigos al principio. Comenzar desde cero en un lugar nuevo puede desencadenar reflexiones sobre nuestro pasado, presente y futuro. La terapia también puede ser un recurso valioso para integrar todos estos cambios y adquirir herramientas que nos ayuden a manejar las nuevas situaciones que se nos presentan.

En sesiones con frecuencia, recibo a personas que enfrentan desafíos en sus relaciones. A veces, la razón es la dependencia emocional, en otras ocasiones, la dificultad para establecer límites. También puede ser que tengamos problemas para expresar nuestras necesidades o que nos cueste comunicarnos, y en algunos casos, pueden surgir inseguridades en la relación de pareja. Independientemente de la razón, es evidente que las dificultades en las relaciones de pareja son un problema común en la terapia. Trabajando juntos en terapia, podemos mejorar nuestras habilidades de comunicación, establecer límites saludables y abordar cualquier desafío, buscando así mayor satisfacción y felicidad en nuestras relaciones.

Si bien no enfrentas un problema específico, pero siempre has tenido el deseo de explorar la terapia para aprender más sobre ti mismo o porque reconoces aspectos (no necesariamente graves) que te gustaría abordar y mejorar, este es el momento ideal.